La huelga convocada por los sindicatos contra las reformas de Michel Temer se hizo sentir con fuerza en todo Brasil, con el transporte público paralizado y bloqueos en rutas. La Policía reprimió en Río de Janeiro y San Pablo.

La agenda de reformas de Temer fue repudiada el mismo día en el que el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (Ibge, oficial) divulgó que el índice de desocupación subió hasta el 13,7 por ciento en el primer trimestre, afectando a 14,2 millones de personas, 3,1 millones más comparado con el mismo período del año pasado.

La Cámara de Diputados dio media sanción a la ley laboral que modifica la normativa de 1943 y deja en manos de los empleados y no de los sindicatos la negociación salarial, además de reducir las obligaciones patronales en el vínculo de empleo y evitar la justicia laboral.

La votación en el Senado de la reforma laboral podrá demostrar el alcance de la huelga. Es por eso que el gobierno retiró cargos a los aliados de diputados que habían votado contra la reforma y eran considerados de la base oficialista.

El sistema de pensiones deberá ser modificado vía enmienda constitucional: el asunto está en comisión y debe ser votado en mayo.

Es la más controvertida de las propuestas porque aumenta, en promedio, de 30 a 40 años lo necesario para aportar para tener la jubilación completa.

La voz de los gremios y la oposición

El presidente de la Central Única de Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, dijo que la huelga pudo ser la más importante desde la de 1989. «En esa época hubo 35 millones de personas que adhirieron, hoy ciertamente son muchos más», dijo Freitas al sitio de la revista Carta Capital.

Todas las grandes ciudades del país tuvieron un movimiento parecido a los de los domingos, aunque sin transporte público.

El ex presidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva, fundador de la CUT, calificó como un «éxito total» la huelga general. «Es una satisfacción saber que el pueblo está tomando conciencia. La gente se quedó en casa porque no quiere que le quiten los derechos. El movimiento sindical y el pueblo están haciendo historia porque adhirieron las amas de casa, el trabajador y el pequeño comerciante», dijo Lula a la radio Brasil Actual.

El ex presidente, que demostró su intención de ser candidato el próximo año, posibilidad que puede truncarse por los cinco procesamientos que tiene en su contra en la Operación Lava Jato, dijo que estas reformas «destruyen derechos sin mejorar la calidad de vida».

La Iglesia Católica brasileña, mediante un centenar de obispos, adhirió con la entidad que agrupa a parte de las iglesias evangelistas a  las protestas, en el marco de las críticas realizadas en una carta del papa Francisco a las soluciones propuestas por el gobierno para la crisis.

El paro fue total

Las principales ciudades fueron las que más adhirieron a la huelga general convocada por los sindicatos contra las reformas previsionales y de flexibilización laboral de Temer.

Hubo piquetes y bloqueos en varias rutas, especialmente en la autopista que une a San Pablo con Rìo de Janeiro, las dos ciudades más importantes del país.

El tránsito en San Pablo apenas presentaba automóviles particulares, ya que los colectivos, trenes y el metro de la ciudad más grande del país no funcionaban.

La policía reprimió con gases lacrimógenos en el centro de San Pablo, en la tradicional avenida Sao Joao, a un numeroso grupo de manifestantes que quemaron neumáticos y realizaron un piquete, durante una mañana lluviosa en toda la región sudeste del país.

En el aeropuerto de Congonhas, desde donde parten y arriban los vuelos de cbotaje de San Pablo, hubo peleas entre militantes sindicales y personas no identificadas que no eran pasajeros, informó la red de televisión SBT. La especulación es que se trataba de policías de civil y servicios de inteligencia enviados por el gobierno central.

Según las autoridades, el aeropuerto internacional de Guarulhos, en San Pablo, el mayor de América Latina, funcionaba normalmente ya que no todos los sindicatos aeronáuticos adhirieron a la huelga.

El gobernador del estado de San Pablo, Geraldo Alckmin, ya había anunciado que no iba a permitir cortes de caminos, por lo que los puntos estratégicos de la ciudad y sus alrededores estaban abarrotados de policías, que sin embargo no pudieron evitar los piquetes y bloqueos.

En la ciudad más grande de Brasil, apenas una de las siete líneas de metro funcionaron durante la jornada de paro, y se reportaron unos 13 detenidos.

En Campos, al norte del estado de Río de Janeiro, los petroleros abandonaron sus actividades a las 0 horas de este viernes e iniciaron la huelga nacional, la primera que realizan desde 1996.

En Río de Janeiro se pudieron observar cortes en el puente que une a la ciudad con la vecina Niteroi, y allí se generaron largas filas en el tránsito, debido a que prácticamente no hubo transporte público.

En la ciudad carioca manifestantes que no participaban de las columnas sindicales bloquearon las calles del centro frente a la Asamblea Legislativa e hicieron barricadas con fuego, al tiempo que fueron reprimidos con gases lacrimógenes y camiones hidrantes

La Línea Vermelha, principal acceso del aeropuerto internacional Tom Jobim, fue cortada por un piquete de huelguistas.

En Brasilia, la capital del país, el transporte público no funcionó, al igual que en otras grandes capitales estatales como Porto Alegre, Salvador, Belo Horizonte, Recife y Fortaleza.

La llegada a los aeropuertos, como el de Brasilia, fue muy complicada debido a los cortes sorpresivos que los manifestantes sindicales realizaron en los principales accesos.

Un trecho de la llamada Ruta del Mercosur, la Regis Bittencourt, que une San Pablo con Curitiba, en el estado de Paraná, también fue afectada por las manifestaciones.

En el barrio de Lapa, en Río de janeiro, se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Federal. Además, se pudo ver al menos una decena de unidades del transporte público que no se habían plegado al paro general totalmente incendiadas.

Crisis y desempleo

La protesta llega cuando Temer tiene el piso de su aprobación pero mantiene el control en el Congreso: una encuesta de Ipsos otorgó el 4 por ciento de apoyo a la gestión de Temer y el 87 por ciento de rechazo a su figura, la segunda peor del país entre los políticos, detrás del detenido por corrupción Eduardo Cunha, su aliado, que encabezó el impeachment contra Dilma Rousseff.

Además, el paro se dio en un marco de crisis económica y con un desempleo que subió a valores récord y alcanzó a 13,7 por ciento de la población activa.

La marca de desocupados llegó a 14,2 millones de personas, según informó este viernes el propio Gobierno, un dato que configura el mayor nivel de desempleo registrado en Brasil desde 2012, cuando la medición comenzó a ser realizada con criterios más rigurosos y en todas las ciudades del país, según el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas.

La tasa de desempleo saltó 2,8 puntos porcentuales en relación con los tres primeros meses de 2016 y 1,7 puntos porcentuales en comparación con los datos registrados entre octubre y diciembre pasados.

El número de personas sin empleo creció 14,9 por ciento en relación con el trimestre anterior y 27,8 interanual, en tanto que la población ocupada se redujo 1,9 por ciento contra el mismo trimestre de 2016 y se situó en 88,9 millones de personas, la menor cifra desde el trimestre febrero-abril de 2012, reportó la agencia española EFE.

Los datos reflejan la profunda recesión que como consecuencia del modelo neoliberal vive Brasil, cuya economía se contrajo 3,6 por ciento en 2016, encadenando así dos años consecutivos en números rojos por primera vez desde la década de 1930.

En un alarde de cinismo común a todos los mandatarios de derecha de la región, a pesar de los débiles indicadores macroeconómicos, el presidente Temer dijo recientemente que en el segundo semestre es «muy probable» que se haya «combatido radicalmente el desempleo» en el país.

Pero lo cierto es que el mandatario intenta bajar el desempleo con una reforma laboral que tramita en el Congreso y que se traducirá en un vergonzoso abaratamiento de costos laborales, permitirá a los empresarios negociar a la baja convenios colectivos con valor de ley y dará un golpe financiero mortal a los sindicatos, al eliminar la contribución obligatoria que les asigna la normativa vigente.

Como no podía ser de otra forma, las medidas llamadas “de austeridad” propuestas por el Ejecutivo fueron enfrentadas por los sindicatos, que convocaron para este viernes a la huelga general, que tuvo un nivel de acatamiento inédito en todo el país.

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