Sin que se termine de procesar aún el duro golpe que asestó la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las Madres de la Plaza 25 de Mayo y el movimiento de derechos humanos de Rosario recibió otra dolorosa noticia este viernes 5 de mayo: el fallecimiento de Eduardo Marinangeli, uno de los pilares de la ronda que jueves a jueves se sostiene desde hace décadas en Rosario.
Puntal en el que se apoyaron las Madres, como ocurre con otros compañeros y compañeras que bancan “la ronda”, ese espacio único que se creó alrededor de los pañuelos rosarinos, Eduardo fue de aquellos que estaban permanente, de fierro. Y aunque lo hiciera desde un perfil bajo, siempre militó con un altísimo compromiso. Nunca apostó a figurar o tironear a “las viejas”, como ha ocurrido y ocurre tantas veces. Por el contrario, ha sido de aquellos que las han protegido en todos estos años.
Presente en cada audiencia en que se juzgó a los genocidas de la dictadura en Rosario, junto a su compañera Margarita, Marinangeli deja un mensaje de militancia inclaudicable, de apoyo incondicional a las Madres y de sostenimiento de las banderas de Memoria, Verdad y Justicia, por encima de cualquier otra pelea.
En la biblioteca popular donde supo aportar horas eternas de solidaridad, en la puerta del tribunal de bulevar Oroño donde encabezó los aguantes, o en la ronda de las Madres, que lo amaron como uno de sus hijos, estará siempre.
Como ocurre con la memoria de los luchadores populares, será evocado en su plaza 25 de mayo, en las marchas del 24 de marzo, en las peleas del pueblo por una patria justa y solidaria, y cada vez que los compañeros y compañeras griten, junto al recuerdo de los 30 mil desaparecidos: “¡Eduardo Marinangeli: Presente, ahora y siempre!”.
