El presidente Mauricio Macri pasó por Santa Fe y derrochó optimismo al insistir que en Argentina “se crea empleo”, aunque las estadísticas oficiales y la realidad efectiva lo desmientan. El mandatario nacional hizo pie en la capital provincial en medio del conflicto que atraviesa Sancor. Reconoció una situación de “quebranto” en la empresa, culpó al gobierno anterior de todos los males y, sobre todo, apuntó a los “altos sueldos” que cobran los trabajadores lecheros y los responsabilizó de la crisis. Mientras Macri despotricaba contra el convenio colectivo del sector, el gremio lechero Atilra reclamaba soluciones para el gigante lácteo, en defensa de casi 4.500 empleos directos y más de 22.000 indirectos, y en rechazo al intento oficial por modificar las condiciones laborales de sus representados.

En pose empresarial, Macri criticó el convenio laboral en Sancor y así reflotó la iniciativa de Cambiemos de querer mutilar conquistas de los trabajadores lecheros y de paso extender la precarización a otras ramas de la industria. El gobierno nacional busca colocar a la principal cooperativa del país, que involucra a unos 1.500 tamberos de Santa Fe y Córdoba, como “caso testigo” de la flexibilización laboral a cambio de preservar puestos de trabajo. Instala la idea de que la suba de costos (y los salarios son un costo más, según Macri) hacen perder competitividad a las empresas, muchas de ellas jaqueadas por los tarifazos de luz, gas y agua.

El gobierno impulsa una flexibilización laboral, en un contexto de desempleo en alza y contracción del poder de compra de los salarios. Flexibilizar es recortar derechos, desconocer leyes laborales, típica práctica del neoliberalismo. La flexibilización precariza a los trabajadores y privilegia al empresariado. Cambiemos Corporation juega con la necesidad de conseguir un empleo o evitar un despido aceptando cualquier restricción laboral. La desregulación del mercado de trabajo es otra pata del disciplinamiento a los asalariados que se propuso la alianza PRO-UCR tras desembarcar en la Casa Rosada.

El mismo gobierno que impone un techo en las paritarias sale a decir que los avances de Atilra en su convenio colectivo hacen inviable a Sancor. Macri deslizó la posibilidad de una ayuda estatal a la empresa láctea en crisis para su reestructuración pero puso condiciones, entre ellas, que los trabajadores cedan beneficios. También dejó picando que el gobierno nacional puede salir a la búsqueda de un socio para la cooperativa, un intento de privatización encubierta según interpretan los trabajadores. Mientras Macri ataca a los empleados y al sindicato las principales plantas de Sancor están paralizadas, cientos de tamberos dejaron de venderle materia prima y empieza a sentirse la faltante de productos en supermercados y almacenes.

El gobierno de Cambiemos auspició “adaptaciones” –eufemismo de flexibilización– en los convenios colectivos de los trabajadores petroleros, sector con altos ingresos. Por iniciativa del ministro de Energía Juan José Aranguren, primero aplicó una reforma laboral para los trabajadores del megayacimiento hidrocarburífero de Vaca Muerta en Neuquén y días atrás impulsó un acuerdo similar con los petroleros de Chubut, aceptado por el gremio, donde se introdujeron modificaciones en sus convenios a cambio de que las empresas no despidan personal. Cambiemos justificó la flexibilización en la idea de “lograr una mayor competitividad y posibilitar que se alcance el mayor nivel posible de actividad petrolera, protegiendo así las fuentes de trabajo”.

Primero la actividad petrolera, ahora la lechera. El gobierno provoca la crisis y después la utiliza para disciplinar. La flexibilización laboral se expande en otros ámbitos al calor de la recesión y el ajuste. El cambio del que hablan el presidente y sus funcionarios es un claro retroceso para los trabajadores y las trabajadoras. El consumo sigue planchado y la economía no da señales de mejoría. La inflación en alza erosiona al salario real y la apertura importadora destruye mano de obra argentina. El gobierno reconoce, según el nuevo eslogan de campaña, que está “haciendo lo que hay que hacer”. Pero, el que se quema con leche ve a Macri y llora.

Fuente: El Eslabón

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