Ilustración: Facundo Vitiello.
Ilustración: Facundo Vitiello.

Pedro se acuerda que al lado de la vía había un carrero que salía temprano y volvía a la noche con el carro. Nadie sabía de qué laburaba, pero presumían que era botellero. El problema era que a veces venía temprano y cruzaba justo donde jugábamos en la canchita más próxima que teníamos, ahí, pegadita a la vía, y nadie se animaba a decirle que se desvíe. Lo íbamos a mandar al frente a uno que tenía esos anteojos con mucho aumento, culo de botella le decíamos. Y para averiguar si compraba botellas y así se las vendíamos, esas que juntabamos a veces para fin de año, esas que están en el recuerdo de todos.

Pedro se acuerda de las botellas de aquel tiempo, las del juego que se hacía en ronda con las pibas. O las otras, las botellas más temidas, las que siempre, decían los más conservadores o más temerosos, algún día le van a romper la cabeza a alguien. Porque en aquel tiempo, en la cancha se vendía alcohol. Abajo de la popular de Newell’s, en el buffet, te vendían vino suelto. En la tribuna, el petiso del fondo que vendía gaseosas te las daba en botellitas de vidrio, antes que aparecieran los vasitos. Esas estuvieron presentes hasta en los bailongos o en los encuentros de las juventudes.

Pedro no recuerda que le hayan roto la cabeza a alguien de un botellazo en esos eventos. Después, con el tiempo, la botella pasó a ser suplantada. Y los botelleros ya no andaban gritando. Pedro rememora una canción de Sting o de The Police Mensaje en una botella. Y después, con el tiempo el mensaje por la tele era el embotellamiento.

Cómo será, dice Pedro, que la estigmatizaron de tal manera que le hicieron algo temeroso y en conciertos de rock o en la cancha ya no te dejan entrar con una. Por un lado está bien, ya que prohiben que algo contundente se acerque 100 metros de la cancha. Pero cómo era antes, se pregunta Pedro, cuando eran fiestas populares. Para mí, estos que nos gobiernan con sus políticas económicas nos metieron un cuello de botella donde lo popular no puede pasar. O los tipos, esos cabezones de los CEOs, nos están pasando para el cuarto haciendo un embotellamiento en la economía en el que solo ellos pueden pasar. Los tipos pusieron, para nosotros, el carro delante del caballo para que el país no avance.

Para Pedro, la cuestión es volver a escuchar al botellero y hacer un partido por el vino. Vas a ver que no nos descabezamos. Y como dice una canción, un buen trago –y yo le agrego en una botella–, viene bien cuando la sed es mucha. Eso les tendríamos que hacer entender, dice Pedro, porque en cualquier momento entran a mezclar la coca y el fernet en un tetrabrik. Y ahí si vamos a estar todos derrotados para siempre.

Fuente: El Eslabón.

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